Lo que me gustaría que la gente supiera sobre la regulación emocional
Sobre la autora
Brenda Dater, MSW, MPH, es directora ejecutiva de AANE y autora de Parenting Without Panic. Brenda es madre de tres hijos, y su hijo mayor es una mujer transgénero autista. Brenda ha facilitado grupos de apoyo para padres durante más de 20 años y disfruta enormemente creando un entorno en el que los padres puedan encontrar el apoyo, la información y la comunidad que necesitan.
Juzgar el comportamiento exterior de otra persona puede ocurrir en una fracción de segundo. Es fácil hacer suposiciones sobre otra persona cuando somos testigos de algo que creemos que está mal o es confuso. Cuando escucho comentarios como “qué groseros” o “son tan difíciles”, a menudo me pregunto: ¿Qué haría falta para que nos detuviéramos y pensáramos que nuestras suposiciones podrían ser equivocadas? ¿Cómo podemos aprender que nuestra propia perspectiva puede no explicar o identificar correctamente la realidad de una situacion cuando vemos a alguien luchando contra emociones fuertes?
Los individuos autistas a menudo son malinterpretados y culpados por sus reacciones. Ciertamente, sus respuestas pueden ser fuertes y tener un impacto significativo en los demás. Pero eso no significa que lo que están sintiendo no sea válido. Cuando estaba hablando de esto con mi hija autista, Rachel, pensó que debería compartir algunas de las lecciones que ambos hemos aprendido a lo largo de los años sobre la regulación emocional.
La desregulación emocional no es manipulación.
Nunca he conocido a una persona autista a la que le guste sentirse fuera de control. Es una experiencia dolorosa. Las emociones a menudo brotan dentro del cuerpo y se derraman de manera impredecible. Cuando mi hija era pequeña y se sentía abrumada por sus emociones, yo sentía que otros nos juzgaban y parecían sugerir que yo estaba cediendo a sus demandas y simplemente re-enforzando lo que consideraban “mal comportamiento”. Pero así como malinterpretaron sus acciones como “malacrianzas” para salirse con la suya, malinterpretaron tambien mi respuesta. Claro, todos los niños pueden tener un comportamiento decidido en ocasiones, pero que una persona autista no elige sentirse abrumada y agotada. Durante un estrés elevado, la parte del cerebro que controla el pensamiento racional y la regulación emocional está desalienada y la persona entra en un estado de huida, lucha, congelamiento o adulación. En esos momentos, ella simplemente era incapaz de pensar de manera racional.
Cuando Rachel se siente desbalanceada emocionalmente, suele deberse una de estas situaciones difíciles para ella:
- sobrecarga sensorial por ruidos, olores, luces o movimiento;
- cambios de horario que le exigen actuar con rapidez;
- personas que se olvidan de hacer las cosas que prometieron (tiene una memoria asombrosa y olvida muy poco);
- sentimientos de inseguridad;
- lidiar con burocracias para resolver problemas.
Y como muchas personas autistas que he conocido a lo largo de los años, la injusticia social, la incertidumbre del futuro y la corrección de errores sociales son fundamentales para Rachel. Sus creencias profundamente arraigadas, a menudo contribuyen a sentimientos de ira y miedo intensos, ya que no ve que el cambio ocurra lo suficientemente rápido y se preocupa por su propia seguridad y la de los demás como mujer transgénero autista.
La curiosidad compasiva ayuda a la persona autista a sentirse comprendida en lugar de juzgada.
Para mí, sentir curiosidad de entender el por qué una persona autista se siente abrumada y ofrecer compasión cuando experimenta emociones profundamente desagradables es una habilidad fundamental.
Cuando esto le pasa a mi hija, la escucho y le hago saber que veo que sufre. Aguardo que su profundo malestar salga de su cuerpo. Esto puede resultar en que ella diga cosas que me hieran a mí u otros miembros de la familia, aunque todos sabemos que no es su intención de lastimarnos. Intento hacer dos cosas cuando esto sucede:
- Le digo en voz baja que sé lo difícil que la situacion es para ella y que lamento que esto esté sucediendo. No trato de convencerla de que está equivocada o de que hay otros puntos de vista mientras ella se encuentra en este estado elevado. Intento ver la situación desde su perspectiva para que sepa que entiendo su dificultad.
- También le digo que me está diciendo cosas muy hirientes y que necesitamos hablar cuando ella esté más tranquila. Me retiro y hago otra cosa. Esto nos protege a ambas: a mí de sentir el dolor de lo que ella está diciendo y a Rachel de más tarde sentirse triste por haberme lastimado sin intención.
También trato de recordar lo difícil que debe ser necesitar tanta certidumbre y rutina para sentirse seguro. Todos los días nos enfrentamos a desafíos y cambios que alteran nuestros horarios y prioridades: Las llamadas tardan más de lo debido; Las compañías de seguros envían facturas por citas que deberían estar cubiertas; Las personas con las que contamos tienen un mal día y olvidan que prometieron hacer algo por nosotros. Para las personas autistas, estas realidades pueden causar un estrés intenso.
Aprender estrategias de enfrentamiento requiere tiempo y práctica.
Todos tenemos muchas oportunidades cada día para practicar la regulación emocional. Podemos reconocer las situaciones que provocan la desregulación y podemos implementar estrategias para tratar de disminuir su impacto. También podemos intentar identificar cuándo nuestras emociones comienzan a intensificarse para intervenir con técnicas calmantes u otros enfoques.
Y todos tenemos días en los que fallamos y las emociones salen a reluzir de maneras que hieren sentimientos y dañan relaciones. En estas situaciones, ser consciente del impacto de nuestro comportamiento y esforzarnos para reparar el daño que hayamos causado es crucial si queremos mantener relaciones positivas y saludables. Aun cuando sé que mi hija no pretende herirme ni causarme dolor, cuando lucha con la regulación emocional, todavía me afecta lo que dice. Una vez que ella se sienta más tranquila y podamos hablar sobre lo que estaba experimentando y el impacto que tuvo en mí (u otros miembros de la familia), todos trabajamos juntos para reparar la relación. Nos disculpámos y luego ofrecemos hacer algo juntos que todos podamos disfrutar. Esto nos ayuda a superar el conflicto momentáneo y tener juntos una experiencia más positiva.
Mi esperanza es que todos hagamos una pausa antes de atribuir intenciones negativas o asumamos entender situaciones ajenas, cuando alguien tiene dificultades con la regulación emocional. Sé que Rachel tiene múltiples factores estresantes que la afectan continuamente y, aunque los contrarresta caminando o pasando tiempo con el perro, a veces estos factores se acumulan. Aunque los agobios emocionales de Rachel han disminuido y duran menos tiempo, todavía los tiene agudamente. Aunque nuestra familia comprende por qué suceden y cómo apoyarla, también nosotros podemos estar desregulados emocionalmente. Esto no significa que hayamos fracasado. Comprender qué precipitó el abrumador emocional, reparar el daño causado a las relaciones y buscar formas de recuperación para todos los involucrados nos permite seguir adelante.