Autismo y TDAH: Tres claves para una mejor comprensión

Sobre la autora

Brenda Dater, MSW, MPH, es directora ejecutiva de AANE y autora de Parenting Without Panic. Brenda es madre de tres hijos, y su hijo mayor es una mujer transgénero autista. Brenda ha facilitado grupos de apoyo para padres durante más de 20 años y disfruta enormemente creando un entorno en el que los padres puedan encontrar el apoyo, la información y la comunidad que necesitan.

Es asombroso lo mucho que hemos aprendido sobre la neurodiversidad en los últimos 25 años. Cuando descubrimos que mi hija Raquel era Autista a los 3 años en 1999, ese diagnóstico no describía completamente cómo funcionaba su cerebro. Mucho más tarde, y años después de que a su hermano pequeño Daniel le diagnosticaran TDAH a los 5 años, nos dimos cuenta de que Rachel también tenía TDAH además de Autismo.

Este descubrimiento fue fundamental para nuestra familia, y mis dos hijos querían que compartiera cómo eran estos neurotipos en sus vidas. Tanto para Daniel como para Raquel, su capacidad para centrarse intensamente en temas que les apasionan les ha sido útil para elegir qué estudiar, dónde buscar trabajo y cómo relacionarse con otras personas que comparten sus profundos intereses. Y como el TDAH puede dificultar la organización y la gestión del tiempo, ambos han experimentado una pronunciada autocrítica y arrepentimiento cuando no cumplen sus propias expectativas o incumplen plazos importantes.

Tener ambos neurotipos, Autista y TDAH, puede desarrollar enormes talentos, a la vez que crea una combinación de desafíos. Estas son las tres cosas que me gustaría que la gente entendiera, celebrara y mostrara empatía cuando ellos mismos, o alguien que conocen, poseen rasgos tanto de Autismo como de TDAH.

1. Las pasiones son una parte fundamental del ser. Imagina el impulso increíblemente fuerte de explorar, crear, aprender o invertir en las cosas que te interesan. Para Daniel y Rachel, eso significa que pasan la mayor parte del tiempo pensando y hablando sobre la música, la historia, los deportes, los juegos, los libros y los programas que les gustan. Muchas de sus amistades se basan en intereses compartidos, y ambos sienten una profunda alegría cuando pueden centrar aquí su atención. Como padre, intentaría no utilizar estos intereses como recompensa o consecuencia. Los intereses son como una prolongación de la persona, y utilizarlos como zanahoria o palo equivale a negar la importancia del papel que desempeñan en sus vidas. Al mismo tiempo, todos tenemos tareas que debemos hacer, y no podemos pasarnos las 24 horas del día haciendo sólo cosas que nos apasionan. Las cosas aburridas, nuevas, que implican demasiados pasos o que no están suficientemente estructuradas requieren enormes cantidades de esfuerzo y energía. Asegúrate de dividir las tareas en trozos manejables que tengan límites de tiempo para que la frustración no supere el impulso de completar el trabajo.

2. Reconozca tanto los extraordinarios beneficios como las limitaciones de las estrategias. Hay recursos que pueden ayudar en áreas difíciles de la vida diaria, pero hay que entender que puede haber altibajos en el éxito. Tanto Raquel como Daniel han compartido muchas estrategias a lo largo de su vida. Ceñirse a estas diversas estrategias, como establecer recordatorios, a veces puede funcionar durante un tiempo, pero con el tiempo pierden eficacia o pueden no funcionar en diferentes contextos. A Daniel, el uso de un calendario de papel le ha cambiado la vida a la hora de gestionar su tiempo. Anota todo lo que tiene que hacer en un solo lugar y lo va tachando a medida que lo completa. Para Rachel, su coach de AANE LifeMAP ha sido una persona muy importante que le ha ayudado a fijar objetivos concretos, decidir cómo y cuándo completar las tareas y rendir cuentas ante sí misma y ante los demás. Es maravilloso ver la diferencia positiva que el tipo y la cantidad adecuados de ayuda pueden suponer en su creencia de que son competentes y capaces.

3. Es inevitable quedarse corto. Hay que centrarse en seguir adelante en lugar de sentirse culpable. Tanto Raquel como Daniel han compartido el profundo pesar, la decepción y la sensación de fracaso que experimentan cuando son incapaces de estar a la altura de sus propios ideales o de cumplir compromisos externos. Hace poco, Daniel perdió de vista un proyecto importante para su máster y me llamó llorando mientras compartía la vergüenza que sentía. Se castiga mucho cuando comete un error, y me gustaría poder aliviar parte de ese dolor. Lo mejor que puedo hacer es escucharle y hacerle saber que no está solo. Compartir con ellos los errores que he cometido y cómo me he recuperado parece ayudarles a ver que a veces todo el mundo no está a la altura de sus expectativas.

A medida que aumenta nuestra comprensión de la neurodiversidad, espero que sigamos alejándonos de la exigencia de una determinada forma de pensar y comportarse y nos acerquemos a la apreciación de la riqueza y la vitalidad de las mentes diversas.

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